martes, 27 de octubre de 2009

Liderazgo

Estaba sentado en un asiento del vagón, con el codo apoyado sobre la barra de sujeción que delimita la zona de asientos con la puerta de acceso. Su apariencia era intachable, traje gris marengo, corbata amarilla y mocasines perfectamente abrillantados. El pelo, con las canas necesarias para transmitir confianza, pero no las suficientes para parecer un viejo, remataba la imagen del estereotipo actual del profesional perfecto.
Entre sus manos sujetaba un libro de tapas grises, de encuadernación austera. Estaba concentrado al máximo en su lectura. Por el aspecto del nudo de la corbata, ligeramente aflojado, daba la impresión de estar en el trayecto de vuelta a casa desde el trabajo. Entre los pies sujetaba un maletín. El reloj digital del vagón marcaba las ocho y diez de la tarde.
La edad que aparentaba, junto al anillo dorado que lucía en su mano derecha, dejaba entrever que estaba casado y probablemente fuera el padre de varios hijos. No parecía que estuviera pensando en otra cosa que no fuera su lectura, a pesar de que una noche más no llegara a despedirse de los niños antes de que se marcharan a dormir. Mientras pasaba la página, mascaba chicle lentamente, y su gesto sugería que estaba asimilando perfectamente el contenido del libro.
De repente, unos segundos antes de que el tren se detuviera en la estación de Méndez Álvaro, el hombre insertó una hoja en blanco en el libro a modo de marcador y lo cerró con delicadeza, dejando al descubierto la portada. El título del libro era "Las ocho claves del liderazgo". Finalmente, lo introdujo en su maletín, junto a los restos de comida guardados en dos recipientes de plástico, y se levantó para salir del vagón.

2 comentarios:

  1. Este también me ha gustado. Muy conseguido el tono. :)
    Veo que estás inspirado.

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  2. No hago más que abrir los ojos y mirar lo que me rodea...

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