viernes, 20 de marzo de 2009

Hippies con visa oro

El mundo hippie me ha producido una fascinación desde mi más tierna e idealista juventud. Todo lo que rodeaba ese mundo me parecía genuino, exento de falsas apariencias, de egoísmo y, en definitiva, pleno de libertad extrema, mejor o peor entendida. El coqueteo con la muerte, a través del mundo de las drogas y el alcohol, y su delirante burla al capitalismo, elevaba a los protagonistas, desde mi punto de vista, a la categoría de mitos vivientes. El efecto escandalizador de sus orgías y comunas de sexo libre sobre la previsible y abobada sociedad media, la autodenominada con gran orgullo por su parte como gente decente, me resultaba de lo más agradable. Quizá, visto desde mi punto de vista actual, esto  estuviera motivado más por mi desprecio hacia el mundo que me rodeaba que por el conocimiento de los entresijos de este movimiento, que en realidad ignoraba del todo. Pero quizá los mitos lo son precisamente por ese motivo, por su lejanía y por la componente de idealización que uno mismo genera. Lo cierto es que no se imagina uno a sus ídolos en pijama o con rulos nada más levantarse de la cama. En fin, con todas las luces y sombras que rodeaban el asunto, me sentía atraído por su liturgia, costumbres y apariencia, aunque fueran totalmente opuestas a las vividas por mí. Mi opinión es que este movimiento tuvo su momento histórico, surgió a partir de la compleja realidad que les tocó vivir a finales de los 60, y estaba condenado al fracaso. Probablemente si no hubiera fracasado hoy no resultaría tan atrayente para el recuerdo.
Pero el motivo de mi redacción no es rememorar una realidad pasada ni elogiar algo que, a día de hoy, no me atrae en absoluto. Realmente, me he decidido a escribir estos párrafos tras el conocimiento de un nuevo y esperpéntico movimiento hippie de lo más grotesco. El biotipo de este colectivo sería un niñín, con pelito aparentemente descuidado y familia acomodada, que se te presenta con su amplia camisa vaporosa de lino de rayitas, sabiendo todo en la vida y con aires de superioridad sobre todos esos mediocres que visten corbatas y trajes de chaqueta. Luego, cuando indagas más sobre su vida, se destapa con que vive en casa heredada, tiene coche de papi e incluso barco de recreo. Eso sí, él es muy "guay", defensor de los mas desfavorecidos, ecologista y pacifista ¡Qué monada!