viernes, 22 de junio de 2012

No sois cobardes

Lanzarse por la ventana de un 7º piso, cortarse las venas hasta desangrarse, pegarse un tiro en la boca, ahorcarse, ingerir una sobredosis de drogas, son algunos de los métodos con los que decidís poner fin a la situación de forma definitiva. Las causas: una enfermedad psiquiátrica, una crisis emocional, el sufrimiento, el desengaño, la frustración o simplemente el llegar a conocer con profundidad la tenebrosa sombra de la condición humana.
Con la vara de medir con la que se nos ha enseñado a juzgar las acciones de los demás, el veredicto para vosotros es incuestionable: sois unos cobardes. Según hemos sido amaestrados de forma enfermiza por los francotiradores de la moral, vuestra respuesta ante la vida es indigna y debe ser, como mínimo, censurada. El argumento para hacerlo es tan pueril como aceptar que vuestra postura es la de aquellos que no quieren afrontar los problemas, de los que prefieren seguir un sencillo atajo para escamotear el esfuerzo por perdurar y resolver aquello que les desespera. Parece que, según este punto de vista, el suicidio es la respuesta equivocada que acaba por delatar al fracasado, al perdedor. Una vez más, no hay sitio entre nosotros para los que la sociedad considera como derrotados; una vez más, la comunidad reniega de vosotros, incluso cuando ya no existís. 
No hay censura alguna, sin embargo, en optar por alargar una vida semivegetativa, postrados un día tras otro en un sofá viendo la televisión o mirando a la gente pasear a través de la ventana, mientras nuestro saco de huesos se va pudriendo lenta y progresivamente, esperando nada.