Hoy me he dado cuenta de que tras varios meses escribiendo sobre mis manías, obsesiones, pensamientos, la mayor parte de ellos gilipolleces, he dejado un poco de lado a las personas, lo que realmente importa. Y al primero que quiero (necesito) dedicarle unas líneas es a G. Dado que este texto está dedicado a ti, lo escribiré en segunda persona porque quiero engañarme creyendo que me puedes escuchar. Hace 5 años que no nos vemos, pero como puedes ver, no te olvido, compañero. Recuerdo, con añoranza, las charlas hasta las tantas, las borracheras y la complicidad llevada al extremo. Los que te conocemos, sabemos que era difícil superar tu conversación, plagada de inteligentes pensamientos y de todos los recuerdos de nuestra niñez con los que tanto nos reíamos. No es sólo cuestión de tu memoria fotográfica, es cómo lo contabas. Tus amigos de Castellón siempre me lo decían, es más divertido que te lo cuente G a que lo experimentes directamente, eso sólo lo explicaba una cosa: tu talento. Al final no me llegó la Harley que me prometiste con los derechos de autor de tu primer disco, pero sigo escuchando tu maqueta de Diecisiete. Es una parte del legado para tus amigos y hemos de mantenerlo vivo como te habría gustado, escuchándolo.
Hubiéramos pasado buenos ratos contándonos los chismes del cole que he vuelto a revivir con la presencia de mis hijos tras un puñado de años desde que salimos. Es muy gracioso ver a nuestros profes con prominentes calvas y achacosos, cuando nosotros los conocimos en la flor de la vida. Otros ni siquiera están, pero realmente te das cuenta que las cosas siguen como siempre. En fin, esta charla la dejaremos para cuando nos podamos reunir de nuevo (nuevamente me quiero engañar a mí mismo). Eso sí, la primera historia que quiero que me cuentes es la del P. Félix cuando le dijo inocentemente a las niñas del coro que pasaran y se quitaran la ropa...
Bueno, hermano, me dejaste solo, ¡cabronazo! pero cuento contigo, tu recuerdo pervive y yo me encargaré de mantenerlo. A veces, cuando voy al trabajo en el coche, se me dibuja una media sonrisa en los labios y eso te lo debo a ti. Incluso cuando no estás me alegras la existencia. Gracias. Por cierto, Martín Vázquez comenta los partidos de pena, aunque ya sabes que era el mejor de la Quinta del Buitre.