lunes, 11 de mayo de 2009

To be or not to be (a sheep)

Ser un borrego o no serlo, ésa es la cuestión. En general, la natural tendencia del ser humano a socializarse  tiene un precio: su independencia. Pensemos en algunas situaciones bien conocidas: el representante del grupo parlamentario levantando su dedo índice para indicar a sus aborregados compañeros lo que han de votar; el grupo de amigos en el que aquél qué más liga o cuyo riñón destila más alcohol, decide dónde se va esa noche de parranda y el resto de la pandilla le sigue obedientemente; la pregunta retórica del chef del restaurante sobre si la cena ha estado a nuestro gusto; la sonrisa forzada ante un chiste estúpido de un amigo de tu cuñado en una reunión familiar; la incompresión de los amigos motivada por una amistad no aceptada previamente por ellos; o simplemente un linchamiento...
Todas estos escenarios llevan consigo la renuncia a nuestra identidad y la adopción de una postura socialmente correcta para no mandar al resto de ciertos personajes que nos rodean donde se merecen... Esta conducta de constante alienación no permite que el individuo se desarrolle como tal. Más al contrario, alimenta poco a poco la formación de la típica mirada ovina con la que aceptamos nuestro destino con resignación. Las manifestaciones, los actos sociales o deportivos, alimentan la cultura de grupo y muchas veces uno, involucrado en uno de estos eventos, siente verguenza ajena por las actitudes de parte de los integrantes del rebaño del que le ha tocado formar parte. En ese caso, si uno toma la iniciativa de defender su dignidad personal oponiéndose al criterio general, está perdido, porque su grupo le aborrecerá y para los grupos competidores, uno siempre será un rival no deseado.

2 comentarios:

  1. Hola Rafa,
    Yo produzco más textos que tú pero esto es así básicamente porque no son más que tonterías que se me ocurren. Tú los piensas más y eso se nota.

    Un consejo, justifica los textos que quedan muy raros.

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  2. Gracias molinos. Tomaré nota sobre la justificación. Será lo que quieras pero a Marta le gusta más lo que escribes tú...

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