martes, 30 de diciembre de 2014

Panegírico navideño

Gracias, oh Señor de los pobres y de los oprimidos, por ser mi apoyo en estas entrañables fechas navideñas en las que, en honor a ti, colmamos nuestros estómagos con gran cantidad de suculentos alimentos, y nos obsequiamos unos a otros con los exclusivos regalos que permiten mantener a nuestras familias muy unidas y felices ¡Es tan emocionante presenciar cómo se llenan los mercados y las tiendas estos días! Perdónanos, oh Señor, por no poder gastar más en este año porque, a pesar de todo, no nos sobra tanto como otras veces, pero no dudes que, en cuanto la economía nos lo permita, volveremos a ser esos fieles creyentes que no dudan en festejar tu nacimiento como te mereces. Si es posible, mi Señor, líbranos de las enfermedades y las malas inluencias que pertuban nuestra maravillosa armonía cristiana. Peligros que en ocasiones vienen camuflados en el zurrón de los que cruzan nuestra frontera para quitarnos el trabajo y aprovecharse de nuestra prosperidad, creada gracias a nuestro sacrificio diario, al sudor de nuestra frente. Guíales con tu fuerza para que se conformen y no insistan en su estéril esfuerzo que no hace sino poner nuestras vidas en riesgo. 
A pesar de todo, nunca olvidamos tus enseñanzas, y como cada año, practicamos la caridad que nos hace dichosos: este año hemos donado en la operación kilo tres bolsas de arroz, dos de garbanzos, una de azúcar y un bote de melocotón en almíbar a esas gentes que pasan calamidades para que también disfruten de un plato caliente en estos días. Tampoco olvidamos pasar el día de la banderita y colaborar con 5 € en beneficio de los enfermos del mundo. ¡Tenías que haber visto qué guapa iba Carlota con su vestido nuevo de Chanel cuando saludó a la Infanta Pilar en la mesa de la Cruz Roja en la plaza de Colón...! No quiero terminar mi oración, Señor mío, sin darte de nuevo las gracias ¡mil gracias!, por mantener la magia de la navidad un año más.

martes, 12 de agosto de 2014

Ébola

Occidente mira con el ceño fruncido hacia abajo. La cloaca en que ha convertido al resto del mundo se le escapa de las manos. Lo de menos es que mueran de hambre cientos de miles todos los años, qué más da eso. Se organiza una cena benéfica para lucir los zapatos Louis Vuitton con la presencia de los piadosos políticos y todo arreglado. Tras la cena se da la orden de pegar unos cuantos pelotazos a los negros que asomen la cabeza por la boca de la alcantarilla y a otra cosa, mariposa. Pero ahora a los caciques de occidente se les presenta una situación difícil de solucionar con proyectiles de goma y vallas de alambre de espino. Han llegado demasiado lejos y ahora el filovirus se puede tomar la justicia por su mano. La cifra de muertos es irrisoria si se compara con las tragedias humanitarias que se han sucedido en las últimas décadas pero, en este caso, sí nos sentimos conmovidos porque en algún momento un vuelo puede aterrizar en nuestro país con un incómodo compañero de viaje en su interior.
La Historia nos dice que casi nunca la injusticia quedó impune. Tarde o temprano las almas de todos aquellos a los que hemos matado de hambre y enfermedades se alzarán contra todos nosotros y no tendremos autoridad moral para implorar clemencia.

lunes, 19 de mayo de 2014