viernes, 22 de junio de 2012

No sois cobardes

Lanzarse por la ventana de un 7º piso, cortarse las venas hasta desangrarse, pegarse un tiro en la boca, ahorcarse, ingerir una sobredosis de drogas, son algunos de los métodos con los que decidís poner fin a la situación de forma definitiva. Las causas: una enfermedad psiquiátrica, una crisis emocional, el sufrimiento, el desengaño, la frustración o simplemente el llegar a conocer con profundidad la tenebrosa sombra de la condición humana.
Con la vara de medir con la que se nos ha enseñado a juzgar las acciones de los demás, el veredicto para vosotros es incuestionable: sois unos cobardes. Según hemos sido amaestrados de forma enfermiza por los francotiradores de la moral, vuestra respuesta ante la vida es indigna y debe ser, como mínimo, censurada. El argumento para hacerlo es tan pueril como aceptar que vuestra postura es la de aquellos que no quieren afrontar los problemas, de los que prefieren seguir un sencillo atajo para escamotear el esfuerzo por perdurar y resolver aquello que les desespera. Parece que, según este punto de vista, el suicidio es la respuesta equivocada que acaba por delatar al fracasado, al perdedor. Una vez más, no hay sitio entre nosotros para los que la sociedad considera como derrotados; una vez más, la comunidad reniega de vosotros, incluso cuando ya no existís. 
No hay censura alguna, sin embargo, en optar por alargar una vida semivegetativa, postrados un día tras otro en un sofá viendo la televisión o mirando a la gente pasear a través de la ventana, mientras nuestro saco de huesos se va pudriendo lenta y progresivamente, esperando nada.

domingo, 20 de mayo de 2012

Tragar, o no tragar: esa es la cuestión.

Las inercias irracionales provocadas por la sociedad, la tradición, la religión o el acerbo cultural me cabrean. La razón es doble: por un lado me irrita obrar contra mi propia conciencia y, por otro, me pesa actuar como un borrego más.
Vivimos atemorizados ante cualquier posible manipulación de la conciencia de nuestros hijos: internet, las amistades, los medios de comunicación, entre otras; y, sin embargo, los mandamos, de forma prematura, y sin ningún pudor, a la arena del circo romano que la Iglesia ha montado para influir en las ideas de unos niños que no están todavía formados para comprender lo que se les está ofreciendo. Me consta que no entienden nada: yo tampoco lo entendí cuando pasé por ello, pero la recompensa es tal, que ni se les ocurre poner un solo reparo a la efemérides. Videoconsolas, tablets, portátiles, bicicletas, dinero, ipods, relojes, constituyen un botín demasiado valioso como para renunciar a algunas pequeñas incomodidades como son la catequesis de preparación, o la confesión de no se sabe qué, a un señor que les va a perdonar en nombre de algo que llaman Dios y que es muy bueno. De esta forma, desorientados, pero atraídos por la gratificación, a diario, durante las semanas previas, cuentan las horas que les separan del feliz acontecimiento.
Capítulo aparte merece la pompa que rodea al acontecimiento: trajes de marinerito, chaquetas con corbata, casacas de estilo militar y opíparos banquetes aderezan el rancio espectáculo para regocijo de abuelos, tíos y amigos. La pregunta que cabría hacerme es sencilla: eres su padre,  nadie te obliga, ¿por qué lo permites entonces? La respuesta, como en tantas otras ocasiones, no lo es tanto: el afán por no herir a aquellos a los que quieres pesa demasiado, quedando la coherencia personal aplastada por completo... una vez más.

sábado, 14 de abril de 2012

La boca llena

Se les llena la boca de anunciar que apuestan por un cambio del modelo productivo a través de una sociedad basada en el conocimiento y la innovación... y reducen drásticamente las ayudas a la Ciencia y la Educación.
Se les llena la boca de hablar sobre la ayuda a los más necesitados... y masacran los fondos de cooperación (en crisis ya importa menos que se mueran de hambre algunos en países que ni siquiera conocemos).
Se les llena la boca apoyando en sus discursos a los más necesitados... y les suben las tarifas del transporte público al día siguiente.
Se les llena la boca de decir que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, despilfarrando el dinero como si cenáramos todos los día con Moet Chandon, y... los que siguen despilfarrando son los mismos de siempre. Mientras tanto, la mayoría ha pasado de tener el agua al cuello, con hipotecas de casas sobrevaloradas por aquellos que nos acusan de irresponsables, a tenerla por la nariz.
Se les llena la boca al pedir responsabilidades a los bancos irresponsables... y la única medida es rescatarlos y evitar su caída a costa de los del agua al cuello.
Se les llena la boca de pronunciar la palabra "sostenibilidad" para apoyar las energías renovables... mientras que, si no fuera por las subvenciones, a costa de los del agua al cuello, serían insostenibles.
Se les llena la boca al hablar de nuestra próspera sociedad, libre y de mercado... y los mercados, junto a la incompetencia de los de la boca llena, la han convertido en una sociedad esclavizada.
Se les llena la boca de mencionar las palabras transparencia y ejemplaridad... y en las primera páginas de los periódicos se nos detallan el número de juicios pendientes de sus colegas de partido por prevaricación y enriquecimiento ilegal.
Se les llena la boca hablando de la soberanía nacional y de su independencia política... mientras miran de reojo, con temor, las evaluaciones que hacen las agencias de calificación sobre sus decisiones.
Se les llena la boca de pedir compromiso, rigor y austeridad a unos y otros... y ellos, que tienen la máxima responsabilidad sobre las grandes decisiones, se marchan a su casa cada cuatro años con un sueldo vitalicio, tras haber esquilmado las arcas del Estado.
Mientras, los del agua por la nariz observan como sube el nivel, lentamente...