domingo, 2 de mayo de 2010

Fin

En ocasiones me pregunto por los pensamientos y las sensaciones que se experimentan cuando uno se encuentra en la situación agonizante que precede a su muerte. ¿Se impondrá el miedo, o por el contrario se mantendrá la calma, el sosiego?, ¿se repasarán los años vividos con la confianza de encontrarles sentido?, ¿se sentirá uno orgulloso de la prosperidad alcanzada a lo largo de su vida?, ¿se añorará cada uno de los momentos perdidos?
Probablemente, la debilidad, el trastorno propio del delirio final, la enfermedad o el dolor jueguen a favor de la conciencia en este caso y limiten en mayor o menor medida la sensación de vacío, de desesperación ante la asunción del tremendo error de concepto en el que se ha desarrollado su existencia.
Los más afortunados recordarán el desprecio en forma de ausencias hacia aquellos que le rodean en su lecho de muerte pagado con un miserable puñado de euros. Los menos, simplemente entenderán la razón del abandono con que éstos le han correspondido en sus últimos años. Sin embargo, lo que no me cabe duda es que ninguno alardeará de su todo terreno o del saldo de la cuenta corriente.
Los más cobardes se arrepentirán de los desprecios realizados a su dios, pidiendo desconsoladamente perdón por toda una vida de premeditada separación (¿será una casualidad que los templos estén llenos de septuagenarios cabizbajos?) Los más consecuentes se aferrarán a su dios o a su valentía por reconocer su desconocimiento y, simplemente, asumirlo con naturalidad.
Las situaciones límite retratan a quien las vive. Nuestro mundo no está preparado para conversar sobre la muerte. No queremos admitirla, nos repugna asumirla, pero el miedo hacia ella desarrolla, de forma tardía y lastimosa, nuestra inquietud por unas creencias que al menos nos sirven para engañarnos a nosotros mismos con una esperanza final.

2 comentarios:

  1. Los sentimientos antes del fin varian en funcion del dolor y del tipo de muerte.El dolor lo ciega todo.
    He visto muchos muertos y muchos tipos de muerte, ninguna es igual.En mi experiencia la desesperacion es más de vivos, vivos.
    En mi vida he sentido 3 veces que me moría.En una sólo me dio tiempoa pensar "ostiá", en otra recuerdo que que sentí como en el brindis " a mi me una vez tambien me quisieron" y en otra solo estaba tranquila y agotada.
    Afortunadamente sigo aqui.La proxima vez será distinta y ojalá tarde mucho en llegar.

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  2. Está claro que entre la realidad y mi imaginación hay una larga distancia. Yo no he tenido tanta experiencia al respecto. Creo que tienes razón en lo que indicas. Pero mi reflexión iba más hacia lo que yo pienso que debe sentir aquél que se encuentra, por un lado, lo suficientemente lúcido para pensar con sosiego y, por otro, totalmente seguro de que le queda muy poco para morir. Gracias por tu comentario, 112

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