miércoles, 16 de marzo de 2011

Cristo y el siglo XX

Me pregunto cómo habría reaccionado Cristo si hubiera renacido a finales del siglo XX. 
Probablemente le enfermaría observar cómo la iglesia que él creó a partir de unos cuantos don nadies repletos de ilusión y de fe, se vendió al poder económico, cómo llevó bajo palio a los tiranos para mantener su posición de privilegio, cómo se convirtió en un fósil de un paquidermo alimentado por el miedo. Detestaría que, en su nombre, se predicara la oración y la liturgia con una serie de consignas aprendidas de memoria, unas cuantas frases hechas que, entre el aburrimiento general, son masculladas con desgana por unos cuantos individuos desilusionados.
Tras sus primeros movimientos y manifestaciones sería tachado de terrorista, populista, demagogo y sería el objeto de la mofa pública por parte del aparato político y económico a través de sus prostituidas marionetas: los medios de comunicación. Su valentía y la defensa de la verdad le convertirían en un personaje incómodo, un antipatriota en cualquiera que fuera el país que le viera renacer. Tras ser vapuleado por los medios y sin ofrecer resistencia alguna, sería juzgado y condenado por clérigos y políticos. Unos días antes de su asesinato, cerraría los ojos, hablaría con su Padre y le diría entre lágrimas: "Padre, nada ha cambiado".

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