domingo, 22 de febrero de 2009

Palabras corrompidas

Me ha interesado desde hace tiempo pensar en aquellas palabras que por diversas razones han perdido paulatinamente legitimidad en su contenido original. Tanto es así que muchas veces uno prefiere descartarlas de su vocabulario para no mezclarse con esta nueva tendencia corruptora. 
Para empezar he seleccionado la palabra "sostenible". Según la RAE se define como "adj. Dicho de un proceso: Que puede mantenerse por sí mismo, como lo hace, p. ej., un desarrollo económico sin ayuda exterior ni merma de los recursos existentes". Conceptualmente es un término sencillo, pero su uso está teñido del más hediondo tufo a discurso vacío y políticamente correcto al servicio de la retórica ecologista. Cuántas mentiras y sandeces puede decir uno si en el título de su discurso se incluye este mágico adjetivo.
Sigamos con "sinergia". Se define como " .f. Acción de dos o más causas cuyo efecto es superior a la suma de los efectos individuales" Esta palabra no está corrompida por un uso inapropiado sino por lo esnobs que habitualmente hacen uso de ella. No es fácil asistir a una reunión con destacados consultores empresariales sin que aparezca esta palabreja asociada a un gesto de altura intelectual por parte del que la utiliza. Aún recuerdo las miradas de incredulidad entre los asistentes a ciertas reuniones cuando escuchábamos las recetas para salvar nuestro ineficaz departamento a base de buscar "sinergias"...
La palabra "lealtad" que si bien se define como: f. Cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor y hombría de bien es frecuentemente considerada como un cheque en blanco que sirve para comprar silencios, mantener influencias o, simplemente, prevadicar. ¿Cuántas veces hemos presenciado agrias declaraciones entre políticos echándose en cara "deslealtades" por sacar a la luz verdades, cuando estaban pactados leales silencios?
Podemos seguir por "exclusivo": f. Privilegio o derecho en virtud del cual una persona o corporación puede hacer algo prohibido a las demás. El sustantivo calificado por este adjetivo pasa a ser digno de aristócratas, oligarcas y nobles. Así, la publicidad hace un uso desmedido de esta palabra incluso para referirse a bienes tan poco exclusivos como coches de gama intermedia, pisos en barrios medio-burgueses, etc. Sin embargo, los bienes realmente prohibitivos y al alcance de unos pocos casi nunca son calificados como "exclusivos", generalmente porque no es necesario aclararlo: todos sabemos que no los podemos pagar... Pero resulta curioso el morro que conlleva apropiarse de algo que no está al alcance del resto de los mortales.
Continuará...

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